Hace frío. No llueve. El viento se quiere colar bajo de la ropa, pero con una capa tras otra, el cuerpo se halla tan abrigado que ríe a Eolo las carantoñas que desea hacerle.
Es temprano y el trabajo obliga a atravesar calles congeladoras, en busca de pequeños recovecos donde guarecerse. Los autobuses escolares se han dirigido a sus puntos de destino, cargados de niños somnolientos que ansiarían más un trocito de sábana tibia antes que el traqueteo del vehículo que les transporta.
Un aviso mañanero despierta la mente todavía medio dormida.
- Hay un atasco en la calle Eskalantegi. Un camión a la altura del puente. No puede pasar.- reza una voz en off.
Hacia allí se dirigen los pies, esperando encontrarse conductores en música de bocinazos y mal genio, voces chillando y paciencia desquiciada. Al realizar el giro, en la calle susodicha se recibe silencio y un asfalto liberado de circulación. En un costado un camión con las puertas traseras abiertas, mientras le vacían de su carga.
- No hay problemas, la calle está limpia.- piensa dando la media vuelta.
Reclaman su atención. El hombre que está trasladando muebles del camión a un almacén quiere comentarle algo.
- He llamado yo. Quería hablar con algun guardia. He tenido que poner el camión en medio de la calzada para poder descargar y he organizado un lío monumental, no veas el atasco que se ha originado - dice al agente.
- Ya, pero ahora ya no hay problemas, así que nada - recibe en respuesta.
- Sí, pero yo quiero que me pongas una multa - replica.
-¿Qué? ¿Qué has dicho? ¿Qué te ponga una multa?
El guardia no se cree lo que está escuchando. Un conductor pidiéndole que le coloque una multa. Bueno, sus razones tendrá y buenas serán, seguro, pero....¡una multa!
Le explica que viene desde Albacete y que está harto de entrar en esa calle y no tener sitio para estacionar el vehículo para poder descargar. Así que quiere la multa para presionar a su jefe, a ver si por lo menos le envía con un camión más pequeño allí. Además reitera que él ha incumplido la reglamentación habiendo estacionado en el centro de la calzada.
- Quiero la multa, aunque tenga que pagarla yo.
El agente divertido extiende la denuncia como si de una receta del médico se tratará y piensa:
- ¡En la vida seguro que no me vuelve a pasar esto! ¡Pedir que ponga una multa! ¡Increíble!