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Sueños

REALIDAD TANGIBLE

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Rosetón en la concatedral de Cáceres

En la pared de iglesia se desbordaba la luz
penetrando por el rosetón adornado de color.

En la pared de piedra, una ventana velaba
por alumbrar la penumbra interior,
en exquisitos rayos ayudando
a apreciar las motas de polvo volando.

Y en el suelo, notas reflejando el cristal
envuelto en plomo, iluminaban tumbas grabadas.
A contraluz, mi yo se permitió soñar
con los sentimientos en armonía.

Retornó un amado deseo
que sólo se permite en los sueños
dejando la pregunta en suspenso:
¿Realidad de hadas o fantasía alada?
De luz embargada, se llenó el alma.

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EL MAGNOLIO

EL MAGNOLIO

Miré los solitarios pétalos que recorrían toda la copa del árbol. De color blanco, flores que asemejaban nenúfares queriendo caer a la limpia superficie del lago. Bueno, eso era lo que la imaginación ardía en deseos de sentir.

Pero aquellos pétalos no caían más que cuando, cansados de coexistir con las sempiternas verdes hojas, dejaban ser transportados por el viento. Aquí caía uno y más allí otro, porque la flor se iba deshaciendo. Según le terminaba su tiempo, después de ser visitada por infinidad de abejas, iba diciendo hasta nunca al mundo que había vivido.

Vivió un sueño, un sueño de viento, de agua y tierra, que un buen día despertó para abdicar del esfuerzo y marchitada, descoyuntó sus anhelos para morir en el suelo.

Aquí he hallado su esencia, en un sinfín de soledad depositada en la acera, en el césped, en el subsuelo de un deseo que se sintió morir de mentira escuchada, creada para halagar su alma. Pero el árbol, el magnolio, se encarga de procrear nuevas flores que atraigan a otros sueños.

Levanto los ojos y veo decenas de erguidas solitarias habitando entre las sempiternas verdes hojas.

A VOLAR, SUEÑOS

A VOLAR, SUEÑOS

Soñar. Se sueña tanto y tantas cosas. Sueñas que existes, sueñas con sueños, con ideas que quizás, no existen. El sol dibuja sueños que se tornan irisolados entre nubes y estrellas. Y sigues soñando. Y te das cuenta un día que sueñas despierta, que los sueños se convierten en tus compañeros de viaje, que surcan mares de complicadas abstracciones, de complicados subterfugios que superar.

Les abres un hueco y permites que ronden el alma, obsequiándoles con una sonrisa cada vez que te miran, pero en el fondo, sabes que sólo son sueños y que la vida es mucho más que sueños, que son realidades, realidades que puedes tocar, desde el corazón del mismo sueño.

¡Ehhh, sueño! ¡No salgas del sueño! ¡Que si sales, ya no serás un anhelo! Pero el dormilón es independiente y se hace el remolón. Quiere ser libre, como todos y tú que amas el sueño has de dejarle partir. Permitir que aterrice en otro subconsciente, en otra mente y ver como allí se desarrolla y sueñan ese vaivén de sensaciones.

Pero cuando te has desprendido de ese sueño, te percatas de que has de buscarte otro, porque un alma sin sueños se desprende del infinito para caer en la nada. Pero el nuevo ha de ser real. No vale con que la imaginación juegue volando con mariposas y colores, no vale con esperar a que surja lo que se anhela como en un espejo.... Algo válido, real, algo que pueda salir con el trabajo y el esfuerzo del día a día, que posea la esperanza de un futuro y que pueda convertirse en una realidad...

Sueños inconstantes espiaban noches envueltas en vigilia desesperada. Noches de rocío y luna estrellada que desde el balcón se observaban, se esfumaron en sueños de cama y de completo sosiego despertando en relajamiento por la mañana. No hay sueños despierta, los que sueñan, son los de un chiquillo al que de vez en cuando velas. Velar por él, por que encuentre lo que anhela.
¿Y mis sueños? ¿Dónde quedan? No pides, no exiges, no buscas, no persigues....

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Encontrar nuevos sueños,
tiene que buscar el alma.
Espiar consecuencias,
anhelar suspiros
y sentir que vuelves a subir al cielo.
Sueños reales comportantes de amores
retornando búsquedas suaves y estrelladas.