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buho

MARIONETA

MARIONETA Tenía cara triste y sus ojitos estaban fijos mientras su inquieto no cesaba de moverse. A intervalos, al compás de los movimientos de su dueño se detenía a descansar, esperando ser espectáculo de nuevo. La gente se arremolinaba a su alrededor expectante de ver lo que iba a suceder, dejando volar la imaginación cuyo alma está deseoso de vislumbrar la acción.

Era un monito vestido de estreno el que está vez llamó mi atención, una pequeña marioneta que jugueteaba entre los jardines del ayuntamiento. El que la portaba, la manejaba con destreza consiguiendo que los que nos agrupábamos junto a ellos, abriésemos más el círculo. Venía el monito y rozaba el pie de uno y a un niño sentado en el suelo parecía buscarle piojos en el pelo. Y así, entre sus caricias, nos mantiene con la ilusión puesta en sus deditos, unos diminutos dedos con las falanges articuladas que despliegan movimientos inexplicables para pertenecer a un muñeco. Como si quisiera en su no vida, crear inexistencias, experiencias, ciertas pero inapropiadas porque al fin y al cabo, él no vive.

Su dueño destapa un diminuto piano de cola y coloca ante él al monito, que acariciando con ternura las teclas se sienta y toca.

Días después acudí a un concierto de piano. Las hermanas Katia y Marielle Labèque como intérpretes. Sonidos de Claude Debussy, Igor Stravinsky y Leonard Bernstein llenaron el auditorio de hermosa música. Una frente a la otra desplegaban su arte y saber, cada una en su estilo: Marielle, tranquila, deslizaba sus dedos sobre las blancas y negras en armonía, en sintonía; Katia era un torbellino de pasión que parecía por momentos flotar en el impávido aire del local. Su cuerpo brincaba con fuerza, con intensidad, acompañando la melodía, incansable, resoplando, exultante de belleza.

Allí sentada, escuchándolas, vino a mi mente la imagen del monito, de la marioneta que en algún momento todos somos, porque como marionetas nos movemos por obtener la aprobación de los demás.

Y cuando al final decides SER, te tachan de raro, chalado o insociable, cuando en realidad es la persona más sociable del mundo, la que más da y también la que más recibe, para lo bueno y para lo malo.

4 comentarios

GreGori -

Gracias por las aclaraciones y por muchas palabras de tu comentario. Hace nada vi la pelicula de "la pianista". Suerte con tu camino hacia la liberación de tu verdadero yo delante del piano (y de quien sea :-)
Muchos besos

buho -

Mary: ¡Qué placer tenerte de nuevo entre mis lectores! Ciertamente son preciosas las marionetas; me han gustado de siempre. Alguna, comprada hace varios ahora forman parte de la vida de mi hijo, al que lleno su cuarto de varios tipos; hacemos historias y nos lo pasamos pipa.
Un beso

Gregori: Me alegro que este post haya llamado tu atención. No es un post cualquiera. Forma parte de un grupo de pequeños relatos que escribo, que me llevan a realizarme cada vez que termino uno.
Situaciones que llaman mi atención y que me obligan a coger un papel y escribir sin parar.
En esta ocasión el nexo de unión fue el piano y la diferencia de manera de comportarse de las hermanas Labèque. Ver la pasión desbordada me llenó intensamente y creo que eso es lo que me pierde cuando toco el piano en público. Me comporto como una marioneta en vez de sacar lo que llevo dentro. Algun día lo conseguiré, sólo depende de mí.
Me alegro infinito de que seas feliz.
Un besazo

GreGori -

Muchas cosas en un sólo post. Me encantan las marionetas, no sé por qué. Tal vez porque recreen inexistencias, como dices, o por la ternura que desprenden algunos personajes inanimados.
Sabes que sigo tu mismo camino, cortando los hilos que penden de mí. SIENDO :-)
Me alegro que SEAS :-)
Muchos besos

_Mary_ -

¡¡Buho!!
Resulta muy interesante el mover una marioneta y darle vida con diversos movimientos. Por la profesión, tuve, oportunidad de manejar títeres de diversas modalidades: de guante, javanés y de hilos, para los niños. Es hermoso ver la sorpresa que causan, y no solo a los niños, sino también a los adultos.
Buen post.
Saludos desde México.