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ESAS VELAS

ESAS VELAS La vela está encendida. Su llama vacila ante la brisa de la mañana. Ana está intentando encender la vela que ha traído. Le tiemblan las manos que sostienen su oración, la misma oración que repiten todos los que han acudido al lugar. Cientos, miles de velas alumbrando las tristes almas que han de seguir respirando, han de continuar sintiendo, han de llevar sobre sus cuerpos el peso de la inseguridad que les han impuesto, que les han obligado a soportar durante el resto de sus vidas.

Notas, flores, muñecos.... alfombran el suelo que rodeado de luz intenta escupir el miedo que se ha quedado pegado a los poros del cemento, a las piedras del camino. Pero ese miedo no se marcha; está tan presente que no bastan las flores, no bastan las velas, no bastan el apoyo y la compresión de los que se acercan, porque esos que se acercan tienen miedo y el otro que vendrá detrás lo lleva encima también.

Hace pocos días ese mismo suelo estaba rojo de desesperación, de sufrimiento, de llanto, de angustia.... Hoy está limpio de sangre, de la sangre que brotó de las vidas que se fueron y de las que están luchando por sobrevivir, pero los sentimientos y las emociones siguen allí, sufriendo y esperando una explicación, un por qué, una dirección....
Mi hijo tiene cuatro años. Hace un mes murió su bisabuela. Decidí contarle lo sucedido a pesar de no tener claro cual iba a ser su reacción. Se puso a llorar y me preguntó si habían matado a su abuelita con una pistola....Me di cuenta de que no entendía la diferencia entre morir y matar....
Esa niña que está encendiendo su vela, ya lo entiende. El padre de un compañero de clase iba en el tren y hoy su amigo está muy triste. A pesar de haber intentado hablar con él no quiere ponerse al teléfono y por eso Ana ha ido a la estación. Su madre va con ella para acompañarla a colocar su granito de arena en la playa de luz que se está formando bajo el titilar de los pabilos que continúan encendiéndose.

Se encienden una tras otra en los corazones de los que no acabamos de creer lo sucedido y la mente juega malas pasadas de incomprensión, de tristeza, de soledad....

¿Cómo le explico a mi hijo la diferencia entre matar y morir?
¿Cómo hago que un niño que últimamente me pregunta si él también se va a morir, lo entienda?
¿Cómo recuperan esas personas heridas, esas personas que han perdido a un familiar la alegría por seguir sin más el camino diario, la rutina en la que vivían?

Porque esos que faltan no se han muerto, les han matado.

BUHO

2 comentarios

buho -

Peli: Gracias por añadir un comentario en mi página. Molto obrigado.

peli -

hola mpili me ha gustado mucho este poema