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NEFERTITI

NEFERTITI Entonces miro a la luna y le hablo sólo a ella. Porque nunca he llegado a olvidar que también en su forma plateada se encarnó la más amada de las reinas.
¡Señora de la Gracia!
Eso le digo, con un hilo de voz que viaja más allá del tiempo y va a perderse en esa dimensión inconsecuente donde el tiempo no existe. Por ella me preguntó si cada vez que edifico un sueño no estoy forjando su derrumbre. Si es cierto que los amaneceres más bellos ya nacen predestinados al ocaso....¿Por qué siguen pugnando en mi alma tantos extremos jamás satisfechos? Por ellos, por su conciliación definitiva, sobreviviré a los estragos del olvido en favor de un recuerdo. En la inmensa fertilidad de la memoria evocaré la miseria de las ruinas, el misterio que agoniza en el desierto, enviando mensajes indescifrables a la inmensa generación de soñadores. En nombre de esta raza caminará mi alma cada día hacia el llano desnudo, hacia el palacio que ya no existe. ¡Fecundo páramo, tan pródigo en remembranzas sublimes! En alguna de las tumbas jamás ocupadas resuenan poemas que nadie ha escrito. ¿Me aventuro al suponer que serán escritos algún día? Quede libre la inspiración para que los soñadores, garantes de lo eterno, vuelvan a pronunciar con reverencia el nombre de la Ciudad del Sol, muerta sobre su horizonte. Y que esos mismos soñadores celebren hasta más allá de los planetas el rostro de aquella cuya existencia habrá de ser loada por toda la eternidad de la belleza:

Tú, inmortal Señora de la Gracia,
Nefer-Neferu-Atón-Nefertiti.

Terenci Moix

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