La puerta del jueves
Esta historia tiene algo de noche; es oscura y, sin embargo, rica en imágenes; debería desembocar en una luz, débil y suave. Cuando lleguemos al alba, estaremos liberados, habremos envejecido una noche, larga y penosa, un medio siglo y algunas hojas blancas dispersas en el patio de mármol blanco de nuestra casa de recuerdos. Algunos de vosotros os veréis tentados a habitar esta nueva morada o, al menos, a ocupar ahí un pequeño espacio de las dimensiones de su cuerpo. Lo sé, será grande la tentación de olvidar: es una fuente de agua pura a la que no hay que acercarse bajo ningún pretexto, pese a la sed. Es un desierto. Va a ser preciso caminar con pies desnudos sobre la arena ardiente, caminar y callarse, creer en el oasis que se perfile en el horizonte y que no cesa de avanzar hacia el cielo, caminar y no volverse para no ser arrastrado por el vértigo. Nuestros pasos inventan el camino, a medida que avanzamos. Entonces, miraremos siempre adelante y confiaremos en nuestros pies. Nos llevarán tan lejos que nuestras mentes creerán en esta historia.
Tahar Ben Jelloun
Tahar Ben Jelloun
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