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Nuevamente Autodependencia

Nuevamente Autodependencia Autodependencia es, para mí, sinónimo de salud mental.

Del afuera necesito, por ejemplo, aprobación.
Todos necesitamos aprobación.

Pero cuando tenía cinco años, la única persona que me podía dar aprobación era mi mamá. No había ninguna otra persona que pudiera reemplazarla.
Una vez adulto, me di cuenta que si ella no me daba aprobación otra persona podría hacerlo.
Puede suceder que algunas de las cosas que yo creo o disfruto, a mi esposa, con la que vivo hace veintisiete años, no le gusten...

Pero lo que debo hacer no es romperlas porque a ella no le gustan.
Quizás a otros sí les gusten.
Quizás pueda compartirlas con otra persona.
Quizás pueda aceptar que es suficiente con que me gusten a mí.

El hecho concreto de que a mí no me interese para nada el realismo mágico no quiere decir que mi esposa deba dejar de leer a su autor preferido.
En el peor de los casos, si ella quiere mantener conversaciones sobre los autores que le interesan y yo ni siquiera soporto hablar del tema, deberá buscarse otra persona con quien compartir esas inquietudes.

Podrá ir a ver las películas de Richard Gere con alguien que no sea yo si es que a mí no me interesa Richard Gere.
No tendrá por qué someterse al martirio de acompañarme a la ópera si no le gusta, porque siempre puedo solo o invitar a Miguel o a Lita, a quienes sé que les gusta.
Esto significa ser autodependiente.

Autodependencia significa contestarse las tres preguntas existenciales básicas:
Quién soy, adónde voy y con quién.

Pero asistir a este proceso primero contestar a estas preguntas en orden y con plena conciencia de lo que estoy haciendo, así es el camino del crecimiento.

Jorge Bucay

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