QUESO
Se sentaron a la mesa. Había pedido queso cuyo cuerpo servido en una pequeña cazuelita de barro. Borboteaba dentro del redondo recipiente. Tomó un colín de pan, lo untó con cuidado en el blando alimento y tras darle tres o cuatro vueltas a fin de que no se cayerá, se lo ofreció.
Ante su mirada, se dió cuenta de lo que quería y golosa, lo mordió mientras mantenía sus ojos en su dirección. Los acompañantes no se enteraron de nada, y la velada continuó en animada charla. Sólo cuando se encontraron en la habitación del hotel dieron rienda suelta a sus instintos.
2 comentarios
buho -
Para mí fue un verdadero placer hacer ese poema, un verdadero placer.
Muchos besos
Trini -
Besos muchos, de parte de mis hermanas, gracias por el poema que me hiciste.