CLASES DE CONDUCCION
Metió la marcha atrás. Inició el juego de balancear los pies encima del embrague y el acelerador. Despacio el coche comenzó a moverse pero con un brusco movimiento se detuvo. Arrancó otra vez y de nuevo miró por el espejo. El coche había salido dos metros del estacionamiento en batería para volver a calarse.
- Tranquila- le dijo la copiloto.- Punto muerto y arranca. ¡Ostras! ¡Viene un otro coche!
Eran las dos de la madrugada y la conductora empezó a ponerse nerviosa. A pesar de llevar varias clases para sacar el carnet de conducir y ya llevar bastante bien el asunto, el tomar entre sus manos un vehículo con gasolina en vez de uno con gasoil le hacía perder los controles sobre sus pies. Consiguió arrancar y logró desplazarlo un metro hacia adelante hasta que se volvió a quedar sin fuelle.
- Pero que ¿no pasas? ¡Paleto!
El vehículo que esperaba poder seguir su marcha, casi sin sitio, se coló entre el espacio de la parte trasera del coche en cuestión y la acera. A la copiloto le entró un ataque de risa y la conductora se le quedó mirando con cara rara y ante la reacción no pudo sino comenzar a reirse también.
- Pero ¿de qué te ríes?- preguntó.
- Pues de que le has llamado paleto y aquí la paleta eres tú.
Se miraron y no pudieron hacer otra cosa que agarrarse la tripa y reirse a carcajadas.